¿Acaso ese era mi destino, el ir por la vida sin nada más que una botella y mis putas historias tristes? Los escoceses regados por el suelo y yo abriendo los ojos con la culpa colgando de ellos me daban la sensación de que me podía contestar la preguntar. Escuchar "Your Love" con la voz de Dulce Pontas y la dirección de Morricone no ayudaba en lo absoluto para borrar la tristeza, pero lo que estuviera dentro de mí --no sé si corazón, alma... no sé-- rogaba porque siguiera la canción para llorar aún más, llorar aún más por todo lo ocurrido y por lo arrepentido que estaba.
No me levanté, me quedé ahí. Por fin pude descansar sin esa pesadez que desde hace tiempo mi espalda cargaba sin ayuda. Era curioso que mis ojos estuvieran más llenos de lágrimas que cualquier otro día y que por fin pude ver muchas cosas de la manera más clara posible. ¡Cobarde! ¡Cobarde! ¡Cobarde! Cobarde por quedarte ahí tirado, cobarde por no reaccionar, cobarde por dejarte pisotear. Esas palabras calaban hondo en mí, hiriendo aún más con la intención de pararme y enfrentar lo que se me estaba viniendo. Pero aún así, no me quise levantar y volvía a poner el CD, limpiando mi interior con un poco más de alcohol.
Día buenos, días malos. ¿Cómo definir eso? Hay cosas que en la vida son subjetivas y también hay cosas que nosotros mismos definimos a nuestra conveniencia. ¿Realmente me sentía así o era un pretexto mío para hacer lo que mejor sé hacer: autodestruirme? No sé, no me importó, sólo quise limpiar mi interior con un poco más de alcohol.
lunes, 25 de noviembre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario