"No creo en los milagros, ¿seres mágicos rompiendo leyes naturales? ¿magia que rompe las limitaciones físicas de la materia? Bah, todas esas cosas son de chiflados, de dementes. Hay que ser una persona con pocos estudios para creer esas cosas". Decía yo.
Pero los milagros no son siempre como uno espera, hay veces que tienen menos magia y se vuelven más mágicos. Cuenta los granos que hay en el desierto del Sahara; cada grano de arena es una persona, una persona que no tuvo la oportunidad de nacer. De todos los granos de arena del desierto, uno soy yo y tengo la oportunidad de estar aquí. De entre todos los granos de todas las playas, elige dos, esos dos granos somos nosotros, tú y yo. ¿Cuántas posibilidades caben de que ese grano encuentre al otro? Podría decirse que nulas. De entre 8 mil millones de personas que hay en este mundo, toma a dos, nosotros dos. ¿Cuántas posibilidades hay de que naciéramos geográficamente cerca? Pues una de 8 mil millones, pero aquí estamos. Estamos juntos, de entre tantas personas en el mundo y tantas personas que no llegaron a ver la luz de un día, de entre tantas personas que nunca tocaran el agua de la playa con sus pies o verán un atardecer en una bella ciudad. Estamos nosotros, juntos, con tantas cosas en común y el triple de cosas diferentes, pero juntos. Eso es un milagro, algo que parece imposible, pero está ahí y nadie podrá quitárnoslo. Está ahí y es nuestro.
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