¿Un rostro triste o uno alegre?

Es fascinante la cantidad de personas que desaparecen de tu vida en días o semanas, e igual de impresionante son esas personas que después de años no puedes dejar de pensar. Día a día recuerdas esos momentos, esas risas que tanto echas de menos. Muchas veces recordarás instantes con una sonrisa y la alegría de haberlos vivido; muchos otros estarán llenos de preguntas -¿Qué hubiera pasado si no me hubiera quedado callado?, ¿Qué pude hacer para retenerla a mi lado?-. No te sientas mal por no olvidar a una persona, todos tenemos esos fantasmas que cada noche nos susurran en la cama. Lo que diferencia a una persona débil de una fuerte, es el lugar donde depositamos a esos fantasmas: las personas débiles los cargan en los hombros y su rostro se oscurece por la cercanía de esa sombra; las personas fuertes arrancan esos fantasmas y los dejan atados a un lugar -un parque, la playa, restaurante-, para no saber de ellos en mucho tiempo. 

Quizás esa persona no está contigo ahora, pero si en algún momento llegara a aparecer de nuevo en tu camino, ¿qué crees que le gustaría ver? ¿Un rostro triste o uno alegre? ¿Crees que la persona con la que sueñas cada noche se enamore de una sonrisa invertida y unos ojos perdidos en la nada? La tristeza no deja más que arrugas y dolor de cabeza. Es normal deprimirse algunas noches o en algunos lugares, pero cargar esa depresión día a día es algo agotador. 

Amarra ahora tus fantasmas en algún lugar que no te puedan molestar, y aléjate con una sonrisa que, te apuesto, es más atractiva que unos labios fruncidos.