miércoles, 8 de enero de 2014

Capítulo II. El acróbata

Alan Trejo
El gobierno envía reformas al Senado. Eso alcancé a leer en un periódico en el suelo. Ahora que recuerdo no lo compré en la mañana; iba deprisa rumbo al trabajo. Reportes, juntas, firmas... ¡Juro que un día me volveré loco! Relájate, dale play al reproductor. I discovered that my castles stand upon pillars of salt and pillars of sand. Los violines y las nubes grises son un fondo perfecto para una fresca tarde de septiembre mientras voy a la casa de la señora Jiménez. Mañana tienes una videoconferencia con los de Monterrey y el domingo ir a la capital a la junta de proyectos. I know Saint Peter will call my name. Es lo malo de decir sí a todo. ¿Llovería? Que ella haga su santa y dictatoria voluntad. Caminaba lentamente por la avenida visualizando lo que haría al verlo. Probablemente iré con Cándido (me rió de Leibniz. Larga historia.) a pasear por el parque; nos animará el respirar un poco de aire. Recuerdo cuando mi madre me dio a Cándido para acompañarme en esos días en los que pueda estar sólo y necesite un amigo. Mi madre, bella y sabia mujer que de alguna u otra forma siempre tiene razón. Que no desista, que no me doble ante la adversidad. Aunque vivimos en la misma ciudad pareciera que nos alejamos a dos mundos de distancia. Mea culpa. Tanto que agradecerle y tan pocas ganas que tengo de hacerlo. Antes de irme al D.F. la visitaré para ver qué tal le va con la diabetes. ¡Cándido! Ese monstruo que me recibe con una embestida cada vez que entro a la casa no siempre fue así. La primera noche que pasamos él, un pequeñuelo, y yo en la casa fue extraña e incómoda. Él con ganas de jugar por cada rincón, yo acostado en la pequeña cama individual que con mi primer sueldo había comprado. Al final los dos terminamos durmiendo juntos y hasta la fecha lo seguimos haciendo. El niño y su mejor amigo: su perro.

--¡Ya llegué, Cándido! Te traje tus galletas favoritas. Perdón por la tardanza, señora Jiménez. ¿Ve las nubes? Sí, ojalá y no nos agarre la lluvia. Muchas gracias por cuidarlo.

La señora Jiménez se ha encargado de estar con Cándido en estos días. Bueno, su perra es la que ha entretenido a Cándido en estos días. Cómo vuela el tiempo; mi hermano ha crecido tanto. Han pasado cinco años desde que él entró en mi vida y me sigue viendo con la misma cara de ternura que en ese primer día me cautivó. Confusion never stops, closing walls and ticking clocks. Lo alegre de su cara hace caer un pequeño rayo de luz en mi sendero no luminoso, estrella lejana en la oscuridad de esta noche nublada de un otoño sin fin que advierte de una inundación de tormentos de los cuáles nunca me he preparado para atender. No trates de tapar el sol con un dedo, diría mi madre. Veintiocho, sin proyecto de vida y frustrado porque tu sueño de dejar plasmada una historia en papel cada día se extingue más con memorándums mal escritos y mal leídos por secretarias babosas que están ahí porque su sangre le dio el lugar o el cuerpo suficiente para obtenerlo. Y no culpes a otros de tus errores, mijito. ¡Bien, mamá!

--Vamos a correr, Cándido. Me alegra el verte así. ¿Sabes lo que más me agrada de ti? Que tú sí sabes sonreír.

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Alan Trejo / Author & Editor

1 comentarios:

  1. o.o, epale!!!, que onda alan :D, apenas es lo primero que leo de tu historia , xP , aqui andamos :v

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