¿Por dónde empezar?...
Empezaré por sus besos que
jugaban con mis sentidos, me seducía con el rosar de sus labios y es así que perdí la cordura, mientras poco a poco me dominaba la locura, me aceleraste el corazón aún más que la
cafeína.
Continuaré con esos abrazos con la fuerza necesaria para hacerme sentir protegido, no hay cómo explicarles lo bien que me hicieron sentir esos abrazos; creo que ella compartió este sentimiento, ya que en uno de esos abrazos compartimos un suspiro, no sólo sentimos ese sentimiento que aún no sé cómo llamar, si no que lo sentimos precisamente en el mismo momento.
Vimos una película con besos sabor mantequilla y una agradable compañía, compartimos miradas con música que ponía un ambiente perfecto, incluso hasta bailamos al ritmo de un vals, al compás de nuestras risas.
Al último nos despedimos por que la situación lo pedía, aunque ni uno ni otro lo quería.
Estas palabras podrían confundirse con poesía, pero me llena de felicidad decirles que sólo les he narrado mi día con ella.



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