He acabado con mis enemigos a diestra y siniestra, los he engullido como el león engulle a su presa, he devorado cada una de las lenguas que hablaban contra mi, he creado lagos inmensos con la sangre de mis peores rivales, pero... No me siento bien. ¿Qué me queda ahora? Yo vivía para callar bocas que hablaran mal de mi, y ahora que no hay boca que pronuncie mi nombre, ¿qué me queda por hacer? Creí que terminar con mis enemigos me traería gloria y que mi deber era llevar a cabo la masacre de habladores y difamadores de mi nombre, pero no fue así, ya que ahora me siento vacío, siento que algo me falta.
Mis enemigos, mis odiados enemigos me hacen falta, ya que para el hombre la vida gira en torno de las personas que ama, pero también depende de las que odia, el hombre vive por sus amigos, pero sobrevive para sus enemigos. No hay nada que sea más de honra para un hombre que sus enemigos, ya que la cantidad de bocas que digan su nombre es igual al tamaño del hombre. Así que busca pocos amigos y hazte de demasiados enemigos y no al contrario, ya que el amor de hombre solo debe de ser para pocos amigos. Busca enemigos que celen tus heroicos actos, enemigos que quieran imitarte y te odien por caer en caminos en los que tú has pasado, sólo así conocerás la vida y sólo así sabrás cuál es la mayor honra. A todos estos, mis odiados y queridos enemigos, ¿qué haría yo sin ustedes?
domingo, 27 de enero de 2013
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