Fragmentos sin dueño I

Romántico empedernido.
Me volvería un romántico empedernido por una sonrisa de tus labios, por ver brillar tus ojos, por acariciar tu cabello. Sería el mejor gladiador de leyendas por un beso de esa boca. Aprendería el lenguaje de las estrellas si por eso me aceptaras.


Su cuerpo arrebolado y bañado en sudor, lo que yo más amaba. Ella vaciaba mi alma con una mirada, pero en ese momento me llenaba de esencia y cautivaba mi vida. Se llevaba todo y me daba más. Aunque sé que nadie me creerá, sólo la luna y las estrellas son testigos de lo sucedido. Sólo las lunas y las estrellas lo pueden contar.

Cuando la vi.
Cuando la vi ninguna ráfaga de aire movió su cabello, ninguna canción se escucho como fondo y no hubo aves cantando a su alrededor. Sólo la vi a ella, a ella como realmente lo es. No era una película, ella era real. No era como un libro, ella era natural. Vi sus defectos y vi su hermosura, vi su cabello revuelto y su sonrisa natural, esa sonrisa espontanea que surge de la nada y no de practicarla frente a un espejo. La vi a ella y entendí por que el mundo gira, comprendí por que los hombres han creado esculturas, han escrito canciones y han dedicado poemas. Entendí como funciona la vida.

Soy una presa del miedo.
Yo era presa del miedo albergado en mi interior, era una victima de mis daños, un juguete sin escapatoria de todas esos pensamientos macabros que en mi mente estaban contenidos.

Desde el robo perfecto hasta el mejor asesino serial.
Soy un experto en la mentira, siempre todos terminan creyéndome. Soy un experto en el disfraz, soy el maestro de la amenaza.