Epistula ad feminae

Tan magnífica es ella,
tan espléndida la hizo Dios,
ángel maravillosamente bella,
dulce criatura de amor.

¡Y cómo no podría!,
si su mirada me hipnotiza,
esa sonrisa me fascina,
su cariño, su alegría.
¿Qué más podemos pedir?,
si con ella yo soy feliz.

De entre muchas solo estás,
habiendo de tanta variedad:
morenas, apasionadas,
intelectuales, ilustradas,
guerreras, cocineras,
ejecutivas, "presidentas",
independientes, amas de casa,
de izquierda o derecha,
capitalistas o comunistas,
amadas o despechadas,
solteras o casadas,
lectoras, aviadoras,
pintoras o escritoras,
bailarinas o cantantes,
hasta filósofas o princesas con ¿carruaje?
Tanta diversidad, tanta variedad,
me hace amarla cada día más,
porque al conocerla en verdad
descubro toda su belleza inmemorial,
que guarda tras esos dulces ojos
su santa divinidad.

Divina son las mujeres,
divinas son ustedes,
por eso las amamos,
por ser sencillamente como son.